lunes, 22 de junio de 2009

ÚLTIMAS LUCES






Aquella tarde el destino quizó hacer un experimento con varios corazones. Así fue como, en su letargo, ella llegó al parque a la hora en que él salía del gimnásio. Él la vió a lo lejos, empapada, bajo la lluvia, y vió en sus ojos, en su rostro, el dolor que él mismo había provocado, y trató de esconderse tanto de aquel rostro como de su propia conciencia. Fue en ese instante que aquel desconocido arremetió en el parque, enloquecido, furibundo, amenazando a la gente con gritos y reclamando justicia, decía algo sobre el asesinato de su jóven hija que había quedado inpune; mientras manoteaba en el aire con un revolver 9 milímetros danzándole en las manos, sudorosas por la euforia, tenía asustada a toda la gente, exceptuando a la jóven muchacha de cabello castaño que caminaba absorta en sus pensamientos y que no había si quiera notado la presencia de dicho extraño.

Ella atravezaba el parque, caminaba sola, sin mirar por donde, sin mirar a nadie, sin pensar en nada, sólo sintiéndose. Con los ojos perdidos en lugares que no existían, buscaba eso que creía perdido. No sabía si estaba dormida o despierta, algo la arrancó del suelo pero no la llevó a ningún lugar, sólo estaba ahí colgando del aire... oprimida por una sensación de abandono que hacía mucho tiempo no experimentaba...

Algunos amigos la llamaron desde la otra calle. No escuchó, no vio, no percibió siquiera que algunas gotas de agua comenzaban a caer. No se sentía capaz de sentir nada que no fueran sus sentimientos, el constante dolor de aquella ausencia no anunciada había adormecido su corazón. Había intentado, en su letargo, seguir como si nada, pero era imposible, no hay salvavidas que sirva cuando el corazón se ahoga en sus propios fluidos, en sus propios sentimientos, profundos, confusos, oscuros, borrosos, masoquistas…

Divagaba. Y sus pensamientos divagaban también en constante recriminación, talvez a si misma por terca e ingenua, talvez a su amor por indiferente y lejano, talvez al mundo por frio, por duro. La presión en su cabeza era casí insoportable, y por un momento pensó que iba a estallar; sus órbitas casí saliéndose buscaban en algún rincón esos ojos que alguna vez brillaron al verla. Pero no, no estaban ahí. ¿Porqué se esconden? ¿Por qué huyen de mí? Aquellos que una vez dijeron adorarme…

Allí estaba, debajo de la lluvia sin sentirla. ¿Cómo sentir las leves gotas de agua cuando por dentro explota una tormenta? ¿cómo sentir frio cuando por dentro se está helado?... Allí estaba, desconectada de la realidad, sola, empapada, suspendida un momento en su existencia…

Derrepente sintió un calor mojado en su cintura... pensó que era el hueco que constantemente sentía en el estómago desde que su ilusión se convirtió en pesadilla... así que como habituaba hacerlo sin darse cuenta, se llevo las manos al estomago abrazando su cintura con fuerza. En ese momento se dió cuenta, ese hueco que tenía ahora manaba sangre. Al verse las manos bañadas en su propia sangre, se sintió desvanecer; y fue ahí en ese momento cuando escuchó esa voz que había esperado escuchar por tanto tiempo, pero esta vez sonaba aterrada y desgarradora... la escucho decir, gritar, gemir, su nombre y sintió como esos brazos tibios que amaba tanto, le sostenían la cabeza a unos escasos centímetros del suelo. Alzo la mirada y…!al fin! Al fin vió esos hermosos ojos, profundos como el mar, oscuros como la noche, esos ojos que ahora la miraban llenos de lágrimas ...

Todo sucedió tan rápido. El policia que intentó detener al demente, la reaccíon agresiva e inconciente del padre desesperado, el gatillo que se jalá sin ningún objetivo, el ruido seco y ensordecedor, los gritos de la gente, el vuelo histérico de las palomas asustadas, la bala encendida en fuego, impulsada por el odio y la venganza y guiada por el viento hasta el vientre de la muchacha, frente a los ojos atónitos de aquel jóven que la amaba, pero que aún no sabía los alcances de su amor.

El jóven corazón de aquel muchacho cobró valor cuando la vió casí perdida y corrio a su encuentro. Cuando la tuvo en sus brazos supo que la necesitaba para vivir, que era el motor de sus acciones y que sin ella no tendría vida. Entre sus lágrimas le pedía perdón y la apretaba fuertemente contra su pecho... ¿cómo había pasado todo esto?

Ella no entendía nada, y tampoco quería hacerlo, lo que le importaba era que estaba ahí junto al pecho de su amor, escuchando nuevamente los latídos de su corazón, su ritmo, su música... una lágrima de alegría se escapó de su ojo y el ágil dedo de su amor la detuvo en la mitad de la mejilla....

Aquella jóven volvió a ser feliz, no existía dolor para ella, no había temor, ahí estaba la persona que más amaba, a su lado y ella volvió a sonreir... ¡Había vuelto! ese amor, ese amor que había estado ausente, un amor que desapareció sin advertencia una tarde de sol, ese amor que lleno de temores e inseguridades prefirió alejarse aunque lo que su corazón sentía todavía era fuerte.

Ese hombre que había dejado de serlo para convertirse en la idea de un amor para alguién más, había decidido alejarse en silencio. La queria demasiado para verla sufrir por su causa, la quería lo suficiente para sentir que no la merecía teniendo tantos temores dentro… pero había vuelto. -Volvíste!- dijo ya con su último aliento, el último, el mejor, el más hermoso –Te amo... nunca me dejes otra vez...

El hombre que arrodillado y con las manos hacía el cielo gritaba, no podía creer lo que había hecho en su desesperación, luchando por la muerte de su jóven hija, había atentado contra otra jóven inocente, y ahora que la veía con atención... esa jóven le recordaba a su hija perdida... no daba credito a lo que sus ojos veían, el remordimiento lo carcomía y en ese momento hubiera cambiado con gusto su lugar por el de aquella jóven.

Aquel jóven juró nunca dejarla, nunca volver a lastimarla... la abrazo con fuerza para después descubrir que ese ser que tanto amaba había dejado de respirar, su rostro hermoso como el de un angel solamente reflejaba paz. Lo había dejado, sa había ido, había alzado vuelo a dónde ya no sufriría por amor.

Así fue como partió ella, dejando a dos hombres al borde de la locura, con el alma en las manos y la frente marchita, así se fue después de padecer, después de sufrir lo que nadie había sufrido. Descansó y continuó un viaje que no tendrá fin.

1 comentario:

  1. Creo que es un muy buen cuento. La historia es muy envolvente e interesante.

    Me gustaron mucho dos frases:

    * "Trató de esconderse tanto de aquel rostro como de su propia conciencia"
    * "No se sentía capaz de sentir nada que no fueran sus sentimientos"

    ¡Felicitaciones!

    Saludos,
    Santiago Botero S.

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